lunes, 22 de mayo de 2017

Comunicar


El acto de comunicar supone 3 pilares fundamentales EMISOR-MENSAJE-RECEPTOR, Emisor: persona que se encarga de transmitir una información, Receptor: la persona a quien va dirigido el mensaje y lo interpreta, Mensaje: objeto de la comunicación, todo esto desarrollado en un  contexto determinado. A priori es algo realmente sencillo, pero que actualmente se ha vuelto extraordinariamente complejo.

El emisor no se toma el tiempo necesario en adaptar el contenido de la información para que esta sea fácilmente comprensible para el destinatario, suena lógico que un economista no se dirija en términos técnicos a un grupo de niños, pero también deberíamos evaluar otras características que no sólo tengan que ver con tecnicismos. Deberíamos preocuparnos por el grado de sensibilidad de la persona,  creencias, género, profesión, por citar algunas. Sería cuestión de tomarme algunos minutos previos para evaluar el público objetivo y estar seguros de que el mismo va a poder ser decodificado en su totalidad.

Por ejemplo, tuve un caso muy cercano en el cual un constructor le dejó un listado de tareas a un albañil para que realizara en el correr del día, con todos los detalles y medidas necesarias para desarrollarlas, debido a que no  iba a poder esperarlo para hacerlo personalmente como todos los días.
Cuando el constructor llega a realizar los controles pertinentes al final del día se encuentra con que no habían realizado ninguna tarea, el hombre muy enojado se dirige a su empleado pidiéndole una explicación ya que todos los días realizaba su trabajo de forma muy eficiente. Simplemente el albañil no sabía leer, era analfabeto.

Obviamente, es un caso muy extremo, pero muchas veces nos encontramos con analfabetos en otras áreas de la vida y no lo tenemos en cuenta a la hora de elaborar el mensaje.
Entonces, en este punto es cuando se torna realmente complicado, un emisor que no se toma el tiempo para elaborar el mensaje, un mensaje que no es claro o es imposible de decodificar y un receptor que no tiene herramientas para interpretar el mismo y que muchas veces no llega a captar el mensaje completo dado que actualmente no escuchamos lo que el emisor tiene para decir y en el medio del mensaje interrumpimos, hemos perdido por completo la capacidad de escuchar. Todo esto en un contexto lleno de interferencias (llamadas, mensajes de whatsapp, mails, etc).

Por lo tanto, para lograr conectar nuevamente deberíamos minimizar las interferencias al momento de querer comunicar algo, asegurarnos que el mensaje fue enviado completo y en términos comprensibles para mi contraparte, dar tiempo para que el mismo sea interpretado, y por último, generar un intercambio que nos asegure que el mensaje llegó y se interpretó correctamente.

Al final de cuentas, comunicar debería ser poder dar mi opinión con total libertad a personas que piensan distinto y obtener un beneficio de ese intercambio y abandonar la creencia de que comunicar es lograr convencer al otro con mis argumentos.


jueves, 18 de mayo de 2017

Redes de contención




Hemos perdido las grandes redes de contención. Las abuelas modernas o trabajan o van al gimnasio o se juntan a tomar el té con sus amigas, a las tías viejas ya nos las visita nadie, las reuniones con amigas se vieron reducidas a su mínima expresión debido a los compromisos de la vida actual.

Los niños son criados en soledad, por madres y padres llenos de angustias, miedos y  condicionamientos familiares. Estos generalmente, frente al desconcierto recurren a ponerse la careta de sus padres y repetir exactamente lo que ellos hicieron, debido a que es lo único conocido y eso los reconforta.

Todas las consultas que antes uno le hacía a su madre, ahora son canalizadas por  búsquedas en navegadores, grupos de Facebook o Whatsapp dentro de los cuales una pobre madre llena de miedos se vuelve presa fácil del Colectivo de Super Mamás.

Para poder sacarnos las caretas y liberarnos de la presión de si somos buenos o malos padres debemos volver a tejer las viejas redes de contención.

Volvamos a las recetas de las abuelas, escapémonos una tarde con amigas sin mirar el reloj, digamos abiertamente que ser padres nos costó y nos sigue costando muchísimo. Todo sería mucho más fácil si asumiéramos que el mundo no se volvió todo rosa desde el momento en que tuvimos un hijo, que se volvió  todo un caos y que ese hijo vino a sacudir nuestro mundo.


Ser padres es hermoso, pero sería mucho más fácil si fuéramos capaces de cumplir el rol en colectivo apoyándonos en aquellas manos que se nos tienden ofreciendo ayuda. Detrás de los padres hay todo un árbol genealógico empujando para mantenerlos de pie.

Somos exitosos?




Partiendo de la base de que en rasgos generales estamos muy jodidos como sociedad, donde la pérdida de valores  y  la necesidad de alimentar el ego continuamente nos hacen creer que el éxito es  un indicador medible en bienes o dinero en el banco, es que se hace imperioso que comencemos  a quitarnos las vendas de los ojos.

Somos un grupo de zombies buscando sentirnos realizados, generar impacto en nuestro entorno, ser respetados en nuestra profesión, chocándonos entre nosotros sin siquiera levantar la mirada, sin lograr conectarnos.

Lo que no hemos podido comprender, es que el impacto lo debemos generar en nosotros mismos, porque por más abultada que sea una cuenta en el banco, si no está acompañada de realización personal, nos va a seguir produciendo un vacío enorme.

Ese vacío, lo queremos llenar con recetas mágicas y rápidas, lo que hace que haya un nuevo mercado de espiritualidad o recetas de fines de semana, que obviamente funcionan para algunos, pero de los cuales la mayoría de las personas salen más confundidos.

El éxito, solamente lo podemos alcanzar conectando con nosotros mismos, siendo auténticos con la misión que nuestro niño interior vino a realizar en este aquí y ahora. Y esa misión es única, cada uno de nosotros vino con una bolsita llena de dones y debe utilizarlos para recorrer SU camino y lograr la plenitud aunando sus sueños con sus actos, eso es lograr el verdadero éxito.

Cuando nuestro ser y nuestro hacer están alineados todo fluye fácil las cosas se dan casi por arte de magia, podemos realizar esfuerzos enorme  sin sentir que sea un peso, simplemente dejamos todo por conseguir seguir nuestra vocación, aquella que soñábamos de niños.


Esa es la receta rápida que debemos transmitir. Sigue tu camino, conéctate con tu vocación, vive como te dicta tu alma, se auténtico contigo mismo. Que el éxito se mida solamente en tu sonrisa.

En la variedad está el gusto